El aceite de rosa mosqueta actúa como activador de la regeneración de las células epiteliales (ya que tiene una gran capacidad de revigorizar el fibroblasto, célula dérmica productora de colágeno, elastina y ácido hialurónico, responsables de la firmeza y elasticidad de la piel), devolviéndole su aspecto uniforme y terso a la piel y disminuyendo la profundidad de las arrugas. Debido al elevado porcentaje de ácidos grasos esenciales poliinsaturados y vitamina C presente en su composición, el aceite de Rosa Mosqueta ayuda a reparar y retardar los signos de envejecimiento prematuro de la piel, disminuyendo las líneas de expresión. Atenúa también las manchas de pigmentación producidas por excesiva exposición al sol. Actúa devolviendo la elasticidad y el color natural de la piel y disminuyendo el engrosamiento epitelial, por lo además que es utilizado para disminuir las cicatrices.
Es un excelente hidratante ya que refuerza y multiplica la barrera de las ceramidas en el interior de la epidermis, reduciendo la pérdida de agua, por lo que proporciona tersura y suavidad las pieles eccemáticas o especialmente secas.
El aceite de rosa mosqueta se obtiene por extracción en frío del triturado de las semillas de la planta. Cuando los pétalos caen, la planta desarrolla un fruto rojizo de forma ovalada, repleto de unas enormes semillas (constituyen el 70% de su peso) de las que se extrae el aceite.